EUR 8,00
Así, el pintor, al fijar el color en la superficie como si fuera por encanto, tiene que darle carácter de resplandeciente, de reluciente... de no hacerlo no será pintor, sino dibujante. Como la evolución humana moderna exige que avancemos más y más en la destreza de plasmar lo pintado "desde el propio color", no hemos de cejar en nuestro intento de descifrar la naturaleza o esencia del color, para obligarlo, si es "color-imagen", a convertirse en color lúcido, esto es, a dotarlo de resplandor interno.